Bryan Randall, quien ha sido durante ocho años el novio de la actriz Sandra Bullock, ha fallecido a los 57 años. Su fallecimiento tuvo lugar el sábado, 5 de agosto, pero no ha sido hasta este lunes cuando se ha hecho público a través de un comunicado por la familia y difundido por la revista People. “Con enorme tristeza compartimos que el 5 de agosto Bryan Randall falleció en paz tras una batalla de tres años contra la esclerosis lateral amiotrófica. Bryan decidió mantener su vida con la ELA en la intimidad, y todos los que le cuidamos hicimos todo lo posible por cumplir con su petición”, asegura la nota.
Firmadas por “su querida familia”, las palabras son de agradecimiento y de duelo. “Estamos inmensamente agradecidos a los incansables médicos que vivieron su enfermedad junto a nosotros, y a las increíbles enfermeras que se convirtieron en nuestras compañeras de habitación, a veces sacrificando a sus propias familias para estar con nosotros. En este momento, pedimos privacidad para llevar nuestro duelo y para aceptar lo imposible que es decirle adiós a Bryan”, escriben. A quienes quieran honrar la memoria de Randall, la familia ha pedido donaciones a asociaciones de ELA y al hospital general de Massachusetts.
Bullock, de 59 años, y Randall, de 57, llevaban una relación discreta desde hace años y nunca habían pensado en casarse, tal y como ella misma había comentado en alguna entrevista. En 2018 hubo rumores de boda que rápidamente apagaron. Ella ya había estado casada, con Jesse James, entre 2005 y 2010. “Soy una persona que ha pasado por un proceso de divorcio. He encontrado al amor de mi vida. Compartimos dos hijos preciosos, tres, con su hija mayor [Skylar, ya adulta, fruto de una relación anterior]. Es lo mejor del mundo”, contaba en diciembre de 2021 en un programa de televisión. “No quiero decirle a nadie que lo haga a mi manera, pero no necesito un papel para ser una pareja entregada y una madre entregada”. Entonces, afirmaba que Randall era “un ejemplo”, incluso cuando no estaban de acuerdo en algo, que él la ayudaba a tener otros puntos de vista y a replantearse facetas de su maternidad.
Sandra Bullock adoptó a su hijo mayor, Louis, a principios de 2010, cuando el pequeño tenía poco más de tres meses; y a su hija, Laila, en 2015. Mientras estaba casada con James, ambos empezaron el proceso de adopción, que duró más de cuatro años. En enero de ese 2010 Louis llegó a sus vidas, pero decidieron mantener el secreto hasta que pasaran los premios Oscar de ese año, a los que Bullock estaba nominada por The Blind Side y que, finalmente, ganó. Solo 10 días después de alzarse con el galardón, la pareja anunció que se separaba tras una infidelidad de James. Semanas después, ella presentaba a Louis al mundo explicando que había terminado dicho proceso de adopción como madre soltera.
Fue unos años después cuando se unió a sus vidas Randall, exmodelo convertido a fotógrafo, al que conoció en una sesión fotográfica por el cumpleaños de Louis en enero de 2015. Juntos acudieron a algunos estrenos, aunque sin posar en las alfombras rojas, y también se les pudo ver juntos en la boda de Jennifer Aniston y Justin Theroux en agosto de ese año. Entonces ella estaba esperando la llegada de su segunda hija, que él acogió con alegría. Encajaron a la perfección y pronto empezaron a vivir juntos.
Bullock decidió frenar su carrera por sus hijos y su familia. Desde que llegó Louis a su vida, apenas ha hecho una decena de películas, algunas de ellas con apariciones muy cortas. En una de las escasas entrevistas que da —no le interesan demasiado su estatus de estrella, ni la fama, ni las luces de los flashes—, en este caso con la revista InStyle, Bullock contó que a Randall, además, le encantaban los niños. “Es superamable. Para los niños él es el número uno y yo la número dos, y lo entiendo porque es más divertido que yo y les da siempre mejores premios”, bromeaba. “Está involucrado con su trabajo escolar, va a todas las fiestas de cumpleaños de los niños y siempre está al lado de Sandy con lo que sea que ella necesite”, contaba al principio de su relación una fuente cercana a ellos. “Han construido una gran vida juntos y los niños son la pieza central”.